sábado, 22 de agosto de 2020

JuicioTripleA Bahia Blanca: Audiencias de los dias 11, 12 y 13 de Agosto.

Otra semana de importantes testimonios en el juicio a la Triple A en Bahía Blanca.

Once fueron las declaraciones de personas, victimas y/o testigos que pudieron escucharse la semana del 11,12 y 13 de Agosto, en la causa que se lleva adelante en Bahía Blanca por Delitos de Lesa Humanidad a integrantes de la organización paraestatal Triple A.


  Las próximas Audiencias serán los días 25, 26 y 27 de Agosto y podrán seguirse los testimonios por la  transmisión en el canal de Youtube de la UNS como las anteriores jornadas.

En la Causa, señalada como “Aceituno  Raúl y otros s/torturas…”  y que  tiene como acusados a Juan Carlos Curzio, Osvaldo Palllero, Héctor Forcelli y Raúl Aceituno,  el Tribunal continuó tomando testimonio sobre las pruebas del  asesinato al estudiante David Watu  Cilleruelo, como también sobre otras víctimas.

En la primera jornada Pudieron escucharse los testimonios de la esposa e hija de Alberto Mario Pojomovsky, comerciante de nuestra ciudad, quien el 29 de junio de 1975, fue atacado a balazos en ocasión que salía junto a su esposa de una cena en casa de amigos. Pojomovsky quedo gravemente herido, y su esposa también fue alcanzada por las balas e intentaron secuestrarla. La víctima fue internado en el hospital Municipal, luego que el hospital Italiano que se encontraba a una cuadra del ataque, se negara a recibirlo. Luego de agonizar 20 días, falleció producto de las heridas. Ambas familiares, dieron cuenta del horror y el miedo vivido sobre esos años. Su hija Paula, destaco que la familia se sumió en un silencio, que los llevo a no hablar prácticamente sobre su padre, durante años: “Este juicio es muy movilizante, porque nunca hablamos del tema directamente”.

 

La UNS “Tomada por asalto”.

También en esta audiencia y las posteriores,  se escucharon  testimonios  que dieron cuenta del ambiente y clima que se vivía en la UNS por entonces. Uno de ellos Norberto Randazzo, trabajo en el departamento de mantenimiento y construcción de la UNS. Se refirió a la forma en que la Patota compuesta por 10 o 12 personas, “tomaron por asalto”  el 1er Piso de la sede de Colon 80, donde “los veíamos transitar en todas las dependencias de la UNS, con las armas en la cintura”. Esas afirmaciones son corroboradas por el testigo José Partnoy, quien relató  que fue testigo de la salida de la patota armada desde el rectorado en Colon 80, el día del asesinato de Cilleruelo, y su regreso, una vez producido el mismo en los pasillos de la sede de Alem al 1200. Entre los integrantes de la banda que se desplazaban en el automóvil falcon del Rectorado, pudo reconocer a los Argibay, padre e hijo y a Aceituno.  

Otro empleado de la UNS, Herbert Andreani, quien por entonces era jefe de la división Automotores, y quien se encargaba de otorgar los vehículos al personal, controlando los consumos de combustible, dio cuenta de cómo estos sujetos utilizaban a su antojo la flota de vehículos de la UNS, y jamás rendían ningún control de combustible ni de gastos: “Aparecían con un arma en la mano. Ponían la 45 arriba del escritorio y decían dame un vale”. El testigo relato que los autos eran retenidos 4 o 5 días para luego ser devueltos a Automotores, y más de una vez vio armas dentro de los mismos.

En el mismo sentido José Domínguez, otro ex empleado no docente de la UNS, quien trabajaba realizando artefactos de vidrio para los laboratorios, dio cuenta del terror y el desamparo con el que vivían dentro de los lugares de trabajo. Declaró de haber conocido  a varias de las víctimas de este juicio, pero era particularmente amigo de Oscar Ovidio Ancel, con quien compartían un grupo musical. Ancel  fue secuestrado el 21 de junio del 75, junto a su socio Ángel Ogues, también víctima de esta causa, con quien compartían una librería. Sus cuerpos acribillados aparecieron a la vera de la Ruta 33: “… cuando le hicieron la autopsia (a Ancel) encontraron más de 49 proyectiles en el cuerpo. Lo tocaban y le salían los proyectiles. Terrible la saña con que había sido muerto esta persona.”

 

Ni con la patronal, ni con los milicos, ni con Ponce.

En la jornada del miércoles, el último en declarar fue Julio, Hijo de Salvador Julio Trujillo, trabajador textil en la Lanera San Blas de Bahía Blanca, secuestrado el 20 de septiembre de 1975 y aparecido algunas horas después, acribillado a balazos en la espalda. Julio dio cuenta que su papa era perseguido y amenazado desde un tiempo antes que lo asesinaran.  Relató violentos allanamientos de hombres armados  a su casa, en búsqueda de su padre, en donde además de ser amenazados y violentados robaban todo lo que estaba a su alcance. En uno de esos allanamientos “…a mí me pusieron un revolver en la cabeza, mi madre tenía que decirles donde estaba mi padre, porque si no iba a buscar la palita, para juntar mi cabeza en el suelo…” Después de asesinar a su padre, siguieron los allanamientos, con acentuado maltrato hacia su mama, la esposa de Trujillo.

“Mi padre era sobre todo un excelente compañero de trabajo, era una persona con muy fuertes ideales,… no hubo nadie nunca que pudiera decirme algo en contra de él. Era insobornable”.

El testigo  entrego al tribunal unos “panfletos de época” que conservaba en su poder, como “el único testigo que yo puedo tener hoy”. Se trataba de unos volantes del momento del asesinato, donde se denunciaba la muerte de Trujillo bajo el título “Los patrones asesinan otro trabajador”, Trujillo había advertido que él “no iba a negociar ni con la patronal, ni con los milicos ni con Ponce” por eso otro de los panfletos decía “Trujillo tu sangre derramada no será negociada”.

 

“Tuve miedo. Mi Padre y mi hermano mataban gente”

En la tercer y última jornada del jueves,  se produjo  un fuerte e impactante testimonio ante la declaración de  Daniel Argibay, hijo y hermano de dos de los principales miembros  de la Patota  criminal de la Triple A, los ya fallecidos, Jorge y Pablo Argibay.

Daniel realizo un primer contacto con miembros de la Agrupación  H.I.J.O.S., querellantes en esta causa, quienes por medio de su abogada, Fernández Avello,  solicitaron al Tribunal sea incorporado el testigo para poder ser indagado, cosa que fue aceptada.

En su relato, Argibay pudo contar  los tremendos episodios que le toco vivir, siendo participe involuntario en muchos de ellos, ya que su padre solía llevarlo junto a él.  Recordó episodios con armas en la sede de la CGT, Haber estado presente en la toma de la UTN, y hasta presenciar y haber  quedado en medio de un tiroteo en la ciudad de Quequen.

 En su declaración dejó en claro la estrecha conexión que existía entre la Agrupacion Criminal de la 3A y el V Cuerpo de Ejército por medio de un Mayor González, y por las armas con sello del Ejercito que había en su casa. También existía la misma conexión con la CGT y Rodolfo Ponce, La Universidad del Sur y con el Ministerio de Bienestar Social de López Rega.

Su padre y hermano salían de noche y volvían de madrugada, con infinidad de cosas robadas a sus víctimas, las cuales algunas se las quedaban y otras se las llevaban de su casa.

Al finalizar, conto lo que implico en su vida haber vivido esta situación familiar, lo que le llevo muchos años de terapia, y tener que haberse recibido ya muy mayor en sus estudios, los años de terapia “… pueden dar cuenta del impacto que me llevo tramitar ser hijo, o tener como progenitor, me cuesta decir padre, a Jorge Oscar Argibay.”   Considero que la  declaración “…es simplemente reparadora. He vivido con esto toda mi vida y me he abstenido de declarar por algunas razones. Al principio porque entendí que la ley me lo prohibía, y muchas veces, lo cierto es que tuve miedo, porque no estoy hablando de un padre que da una cachetada, Mi padre y mi hermano, mataban gente” “ …otro sentimiento que podía identificar era culpa porque en definitiva era mi hermano y pensaba tiene una carrera prominente, se puede haber arrepentido y después pensé que nada de todo esto, es algo de lo que alguien puede llegar a arrepentirse y teniendo en cuenta también algunas actitudes en relación a su vida y en relación conmigo.” 

 

 

Cambiar el mundo

El último testimonio escuchado fue el de Ana Gulielmin, quien era novia de José Manuel González, al momento de su asesinato, el 24 de abril de 1975. Ambos pertenecían a un grupo de jóvenes católicos, militantes de la parroquia San Roque, cuya actividad consistían en la atención a los más necesitados. José Manuel estudiaba filosofía y psicopedagogía en el Juan XXIII y  trabajaba en la construcción del Polo Petroquímico donde había sido nombrado delegado,  lo que le valió la persecución patronal y de la CGT de Ponce.

La participación en grupos cristianos era algo muy recurrente por esos momentos,  la Testigo explica que “los jóvenes “a los 20, 22, 23 años quiere cambiar el mundo y uno se creía que lo podía cambiar” “Yo me pregunto si de esta manera hicieron un país mejor, si matando gente hicieron un país mejor, No se hace un país mejor así.” Dio cuenta de la persecución del Padre Zamorano y del asesinato del Padre Dorñac del  Juan XXIII por haber estado sindicados como curas tercermundistas.

El daño familiar causado por el asesinato de José fue inmenso. Refiriéndose al juicio, considero que  será el único homenaje que se le puede rendir a José Manuel y a sus padres que tanto sufrieron y ya no están.

 

 

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